
Desde que el presidente Felipe Calderón asumió la presidencia se han roto récords en incautaciones y decomisos de drogas, se han detenido y extraditado a miles de narcotraficantes y han caído algunos capos de alto perfil, como Ignacio Coronel y Arturo Beltrán Leyva.
Todos estos golpes, sin embargo, de nada han servido.
A casi cuatro años de haberse iniciado la llamada guerra contra el narcotráfico, lo único que se ha fortalecido es la brutalidad con que el crimen organizado comete ejecuciones, secuestros, asaltos y todo tipo de atropellos. Hasta la fecha, suman ya 30 mil las víctimas fatales que ha dejado esta batalla, muchas de ellas civiles inocentes entre las que hay casi un centenar de niños.
Los grupos delictivos, lejos de debilitarse, han crecido en número, influencia y recursos para eliminar o corromper a las autoridades y a todo aquel que se les enfrente. Se han convertido en la principal amenaza para la estabilidad social y política del país, con un imperio económico que, según cálculos extraoficiales, tiene ganancias de 39 mil millones de dólares.
En este contexto, resultó no sólo saludable sino indispensable que el presidente Calderón haya aceptado abrir un diálogo con las principales fuerzas políticas del país para replantear la estrategia que se debe seguir contra el crimen organizado.
Hasta ahora, sin embargo, el debate ha resultado poco fructífero pues en vez de ideas concretas han prevalecido los ataques y afanes protagonistas. De todo lo discutido hasta hoy, los medios hablan sólo del enfrentamiento verbal entre el ex presidente Vicente Fox y Felipe Calderón a raíz de que el primero se pronunció a favor de la legalización de las drogas, en abierto desafío a la política del segundo. El mandatario actual, a su vez, ha revirado contra Fox acusándolo de no haber hecho lo suficiente para detener al narcotráfico.
Sin duda la discusión continuará por este sendero y difícilmente arrojará soluciones viables, sobre todo porque tal parece que lo más importante para los protagonistas del debate es llevar agua a su molino.
La realidad, por otra parte, es que el problema del narcotráfico se ha complicado de tal manera que no existen salidas sencillas ni mágicas. Lo único que podemos esperar es que, sobre la base de cifras y argumentos probados, se pueda optar por la alternativa que implique menos riesgos para la sociedad.
Para empezar habría que destruir ciertos mitos que el gobierno calderonista ha manejado para justificar su estrategia actual contra el crimen organizado. Uno de ellos es que es posible eliminar al narcotráfico mediante la fuerza, cuando bien sabemos que ningún gobierno puede llevar a cabo tal hazaña. Mientras exista la demanda de drogas habrá quien las ofrezca.
Otro mito es que la legalización de las drogas lleva automáticamente a un aumento en su consumo. Hasta ahora, esta correlación no se ha probado en los países donde se ha regularizado el consumo de algunas de ellas, como la mariguana. Pero cabe aclarar que todavía ninguna nación del mundo ha optado por legalizar indiscriminadamente todo tipo de estupefacientes.
Habría que terminar también con la política actual que considera el consumo de drogas como un problema de seguridad pública y abordarlo como un asunto de salud pública. No se pueden seguir llenando las cárceles de personas que son víctimas de las drogas. Es indispensable darles ayuda y tratarlas como lo que realmente son: enfermos.
Aclarados estos puntos, me parece que la legalización podría implementarse, pero de manera paulatina y sólo para ciertas drogas como la mariguana, que es una de las menos dañinas. Habría, desde luego, que imponer normas muy estrictas para que la venta se hiciera en establecimientos que contaran con el permiso para ello y prevenir que se hiciera a menores de edad. Esta posibilidad tiene particular sentido si se considera que en Estados Unidos el uso de la mariguana es permitido ya en varias partes.
Por otro lado, es indispensable subrayar que la legalización de las drogas no es la panacea para terminar con el crimen organizado. Seguramente quienes se dedican al narcotráfico, al ver mermados sus recursos, buscarán otros medios ilícitos para ganar dinero como el secuestro y las extorsiones, pero no se puede negar que sufrirán un golpe económico de proporciones mayúsculas que disminuirá la amenaza que representan para la sociedad.
María Luisa Arredondo es directora ejecutiva de Latinocalifornia.com