Conservar la biodiversidad

Biodiversidad es el concepto para definir la variedad de la vida, incluidos los ecosistemas terrestres y acuáticos;

Patricia Guevara.

aquellos de que forman parte o están asociados. Implica genes, géneros y biotas.

Es el resultado del proceso evolutivo que se manifiesta en la existencia de diferentes modos de ser para la vida, a lo largo de toda la escala de organización de los seres vivos en la proceso de nuestro Planeta Tierra.

México tiene 17 millones de hectáreas consideradas como Áreas Naturales Protegidas. Pero, esta protección ¿está asociada a la sustentabilidad?

Veamos: por sus condiciones, en teoría, deberían de funcionar como reguladoras del clima; protección a las cuencas hidrológicas; evitar deslaves y aluviones que, a su vez, representan riesgos para infraestructura y asentamientos.

En rigor, estas zonas deberían ser aptas para captar agua de lluvia que, en un siguiente paso, podría abastecer a humanos y otras especies; de soporte para la industria y la agricultura y como palanca de saneamiento tanto del agua superficial como del subsuelo.

Sin embargo, haberlas declarado protegidas pareciera que se volvieron intocables. No hay explotación racionada, sistemática y metódica que permita generar fuentes de empleo y promover la sustentabilidad de esos reservorios naturales.

No hemos sabido promover su aprovechamiento sin destruir el medio ambiente. Regenerar y propiciar servicios ambientales que permitan que las comunidades de los alrededores tengan modos dignos de vida, debería de ser consustancial a la denominación de reserva.

Pese a esa categoría, los suelos comienzan a erosionarse, los desechos orgánicos e inorgánicos cruzan esa frontera de circunspección y los beneficios comienzan a no serlo.

Se aleja la posibilidad de incrementar y mejorar los recursos alimenticios; se diluye el control biológico de plagas y el turismo no consigue el bajo impacto para el que supuestamente están programadas esas zonas.

De acuerdo a informes especializados, México pierde alrededor de un millón de hectáreas de bosques cada año. Los datos son avalados por la propia Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y el Instituto Nacional de Ecología (INE).

Las causas, son variables, pero la de mayor impacto es la antropogénica, es decir la acción de la humanidad sobre los recursos naturales. Puede sonar lapidario pero los seres humanos somos nuestros propios depredadores. La deforestación que hacemos para fines diversos como la actividad industrial, ganadera, agrícola, turística, etc., es uno de los elementos que hacen que selvas, bosques, parques nacionales, estén cada vez más deforestados. Urge que cada uno de los seres que habitamos el planeta nos comprometamos a sembrar, al menos, uno o dos árboles en la vida.

La Secretaria de Turismo, Gloria Guevara, admite que el gobierno carece de un plan estratégico y de sustentabilidad para promover el turismo ecológico. En buena medida, esta actividad, destruye y pulveriza el hábitat de especies. Ya es momento para que cobremos conciencia de que puede haber desarrollo y conservación de los recursos de manera paralela. El propio Felipe Calderón, reconoce que es falsa la dicotomía de crecimiento económico versus sustentabilidad.

Croacia, un pequeño país que emergió a la vida independiente hace apenas 19 años, ha impulsado el turismo de manera sustentable y el nivel de vida de sus habitantes sirve de ejemplo para muchas naciones, la nuestra con centenario y bicentenario incluidos, que aún arrastra la pobreza de millones mexicanos. Este perfil económico hace a México más vulnerable ante las consecuencias del cambio climático.

Para poder combatir con mayor éxito la pérdida y el deterioro de la biodiversidad, resulta de particular importancia conocer las causas estructurales que la originan, según lo establece el Instituto Nacional de Ecología.

Se fragmenta y pierde habitad de las especies, se sobreexplotan los recursos de vida silvestre, se permite el ingreso de especies invasoras, es decir, de aquellas que no son endémicas de una región o área; se contamina el suelo, el agua y la atmósfera, principalmente con desechos y emisión de gases tóxicos.

En el otro extremo, a la ausencia de políticas públicas sólidas, coherentes y consistentes, se suma la correspondiente a esquemas de crecimiento poblacional; información insuficiente y sin sustento a nivel masivo; la permisividad para mantener un mercado y un estilo cultural y de consumo con errores y mientras tanto, los miles de biólogos, sociólogos y administradores, egresados de las universidades, permanecen desempleados y sin poder asumir su vocación ante los retos de una nación megadiversa en bios pero ayuna de políticos y administradores capaces, eficientes y congruentes.

Bajo esta perspectiva, llegamos a la conclusión de que la pérdida de biodiversidad se debe a causas estructurales que responden a factores socioeconómicos que sólo los mexicanos podemos cambiar. Es indispensable que cada ciudadano asumamos la responsabilidad que nos corresponde. Sólo con acciones sencillas formaremos grandes colectivos. Convocamos pues a conocer las especies de plantas cercanas a nuestro entorno y comprometernos a sembrar por lo menos una. Así, nos convertiremos en sembradores de árboles y plantas para mantener hábitat que permita la permanencia de la biodiversidad. Ya basta de sentirnos culpables de todo y responsables de nada.

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