
Redacción de New America Media
“Sin una evaluación temprana, se pierden las señales de advertencia, así como oportunidades para intervenir”, dijo Padilla-Frausto. “La espera puede conducir a problemas más serios en el futuro”.
Los problemas emocionales y de comportamiento son algunas de las enfermedades crónicas de mayor prevalencia en los niños más pequeños, señalaron los investigadores, que basan sus conclusiones en datos de la Encuesta por Entrevista de Salud en California (CHIS) que se reunieron en 2007 y 2009, el más reciente disponible.
Los investigadores encontraron que los niños con padres que tenían un trastorno mental eran tres veces más propensos a tener necesidades de salud mental que los niños cuyos padres no tenían necesidades de salud mental.
Mientras que los niños eran más propensos que las niñas a tener necesidades de salud mental (11 por ciento a 6 por ciento), los investigadores encontraron que hay algunos factores de salud física comunes en ambos sexos que se asocian con una mayor probabilidad de problemas de salud mental. Esos factores incluyen tener trastornos de salud física – por ejemplo, los niños con asma tenían el doble de probabilidades que los niños sin asma de tener necesidades de salud mental.
Padilla-Frausto dijo que debido a los vínculos entre la salud física y la salud mental, un niño debe empezar con un examen por un médico que debe incluir una evaluación de salud mental.
Los niños que viven en hogares monoparentales y los que viven en la pobreza tienen más probabilidades de tener problemas de salud mental que los que viven en hogares con dos padres, y adinerados, encontraron los investigadores.
Aunque a primera vista, los datos pueden sugerir que los niños nativos de América del norte y nativos de Alaska tienen niveles desproporcionadamente altos de necesidades de salud mental. Los investigadores de este estudio, sin embargo, dicen que el pequeño tamaño de la muestra puede no ser realmente indicativo de la incidencia de problemas de salud mental en estas comunidades.
Padilla-Frausto agrega que un creciente cuerpo de investigación ha documentado la medida de las necesidades de salud mental entre los niños nativos de América del norte y nativos de Alaska.
Uno de los mayores obstáculos para que los niños reciban tratamiento para los trastornos de la salud mental es el estigma asociado con la enfermedad, señaló Padilla-Frausto. Esto es especialmente cierto en las comunidades de inmigrantes. En un 7,8 por ciento, los padres latinos tienen menos probabilidades de informar que su hijo tiene una necesidad de salud mental que sus homólogos blancos, en un 9,7 por ciento.
Una de las formas en que el factor de estigma puede ser superado es obtener atención a través de los hogares médicos centrados en el paciente. Ahora muchas clínicas comunitarias se están transformando en estas. Las instalaciones integran atención de salud mental, médica, visión y cuidado dental para que los pacientes puedan recibir tratamiento para una variedad de trastornos en un mismo lugar.