Cuando los adolescentes se sienten incomprendidos

Martha Sáenz.
Martha Sáenz.

Los padres se habrán percatado de que cuando sus hijos dejan de ser niños y entran en la adolescencia, experimentan serios cambios hormonales, físicos y emocionales, al igual que sus propios  padres que están experimentando cambios cuando entran en la madurez.

Convivir, comunicarse y ser amigo de un adolescente es fácil siempre y cuando no sean los propios hijos.

Es en el desempeño del rol de padre o madre, donde se complican las cosas. Por su propia naturaleza, los jóvenes experimentan una rebeldía que puede ser expresada abiertamente o en forma reprimida, pero lo que sí es una realidad es que se vive con mucha intensidad.

Esto desconcierta a muchos padres porque desafortunadamente no lo esperan, y para ellos no hay escuelas o clases especiales que enseñen ¿cómo convivir con un adolescente?, ¿cómo tener una buena relación con ellos? ó ¿cómo vivir en armonía? Si esta capacitación existiera, sería mucho más sencilla la convivencia con ellos y no tomaría a los padres por sorpresa la nueva etapa con cambios radicales que experimentan sus hijos. 
Es la edad en que el joven pasará por una serie de transformaciones, las cuales van de la mano con miedos, inseguridades y temores propios de la edad.

Los padres por su parte, también están experimentando al mismo tiempo cambios hormonales, físicos y sus propios miedos e inseguridades acerca del futuro de sus hijos y de sí mismos.

Los miedos se inician desde el momento en que el joven deja de ser niño y empieza a tomar sus propias decisiones. Al poner un pie fuera de la casa, los padres lo primero que piensan es si su hijo estará preparado para enfrentar el mundo que les espera.

Cuando un adolescente dice: “Yo puedo decidir mi vida”, la pregunta que se hacen los padres es: 
¿La decisión que elegirá será la correcta? 
Cuando dicen: “Yo puedo manejar el automóvil”, la pregunta será ¿Tomará decisiones con la responsabilidad adecuada?

Cuando ellos dicen “Yo hago lo que quiero, esta es mi vida”, la pregunta será: ¿Sabrá los riesgos que enfrentará en esta sociedad?
. Esta y muchas dudas más pasan por la mente de los padres sin saber cómo enfrentarlas, algunas veces toman la decisión equivocada aparentando ser rudos, y no tener dudas y miedos colocándose la máscara de padres estrictos y duros.

Esto lo único que hace es alejar más a los jóvenes, llegando ellos a pensar que realmente no los comprenden. ¿Por qué no compartir con los hijos los miedos, dudas e inseguridades que se tienen?, sobre todo ¿por qué no hablarles del propio temor de no educarlos bien? y preguntarles acerca de sus valores y lo que piensan de la vida. Y, sobre todo, compartir el temor más grande que se tiene: de no ser el padre o la madre que ellos necesitan. 
Esto permitirá a los hijos que humanicen a sus padres, bajarlos del pedestal donde los colocan, y así ponerlos a su alcance para que los acompañen y ayuden a entrar en la madurez.

Esto hará padres más accesibles para cuando sus propios hijos adolescentes los necesiten. Los jóvenes necesitan apoyo, amor e información para poder madurar sanamente. Si los padres no se encuentran presentes emocionalmente para dárselos…ELLOS LO BUSCARÁN EN OTRO LADO.

**Martha Sáenz es Life Coach e Hipnoterapeuta

www.marthasaenz.com

 

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