De Santiago de Compostela al Fin del Mundo

Santiago de Compostela
Santiago de Compostela.

Si tuviese que elegir diez destinos para visitar antes de morir, Santiago de Compostela en España, sería uno de ellos. Me gustan los lugares no sólo con historia y leyendas sino con alma.

A la vuelta de cada esquina en Santiago de Compostela (España) se encuentra una mayor sorpresa: una plaza más bella que la anterior, una iglesia más imponente que la otra, una casona señorial más elegante que la que dejamos atrás.

La ciudad gallega, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO,  se erigió como gran centro de peregrinación católica  mundial tras Jerusalén y posteriormente El Vaticano, la sede del papado. El Santo atrae a miles de visitantes al año buscando esa redención tan elusiva.

El Camino de Santiago, con una de sus más bellas rutas de peregrinación entrando en España por Roncesvalles en el Pirineo navarro, culmina aquí, en calles empedradas, con edificios centenarios, repicar de campanas, notas de tuna universitaria, reflejos de lluvia, olores a incienso y rastros de leyendas celtas plasmadas en amuletos de azabache.

La ciudad, además de concentrar la fe, aglutina una universidad con miles de estudiantes venidos de todo el mundo. Lo que durante el día redime a la santa villa, se torna bullicio callejero al caer el sol.  El Cristo preferido de los alumnos con excesiva vida nocturna es el de Getsemaní situado en una capilla de la Catedral de Santiago. Arrodillado y con sus manos abiertas, los alumnos poco estudiosos colocan un papelito con la rogatoria de pasar el examen que tan malamente trabajaron. Aquí puede también el peregrino dejar el mensaje que encierra sus deseos más íntimos para que el Cristo se los conceda.

La catedral, corazón de peregrinación, cumple 802 años en el 2013. El botafumeiro, incensario gigante, simboliza la grandeza de la catedral. Oscila en la nave central solo en ocasiones muy especiales y puede llegar a alcanzar 70 kilómetros por hora. Dada la energía, en el pasado llevó a algunos espectaculares desprendimientos, el último en 1937.

La valva de la vieira constituye el símbolo del peregrino que llegó a su destino. La leyenda sobre el nacimiento de este distintivo tiene diversas versiones, todas bellísimas como corresponde a las fábulas. Llegados a Santiago queda poco para arribar al cabo de Finisterre, 90 kilómetros. Los celtas ya consideraban al Cabo Finisterre como un lugar sagrado desde donde adoraban al sol.

Considerado en la antigüedad como el fin del mundo, los peregrinos lo alcanzaban en un último esfuerzo y allá quemaban sus ropas y calzado en símbolo de purificación. De hecho el propio nombre Finisterre significa fin del mundo (Fin de la Tierra). Allí, algunos venidos desde miles de kilómetros, tras peregrinar durante años, veían el mar por primera vez. Recogían la vieira, que no solamente servía para beber agua en su cuenca, sino como prueba de haber llegado a su destino. De hecho, se han encontrado enterramientos en Asia donde el difunto cuenta entre sus enseres funerarios con una vieira.

La peregrinación es tan antigua y recibe a tantos peregrinos de todo el mundo que las confesiones en la catedral se realizan en un sinfín de idiomas. Todo peregrino sale de aquí libre de sus pecados y con la sabiduría necesaria para comprender que el ser humano es una ínfima pieza del engranaje del universo, una gota en el océano de la historia.

Consejos

Callejear Santiago.

  • Compras: cerámicas de Sargadelos y bisutería de azabache y plata.
  • Gastronomía: gran variedad en carnes y pescados. No perderse el pulpo “á feira”, empanada gallega y caldo gallego. Vinos albariños para regar los platos y orujo con sus derivados de café o hierbas para cerrar el menú. Postre: tarta de Santiago y filloas.
  • Dormir. Gran variedad de lugares y precios desde hoteles a pensiones, apartamentos y campings. http://www.turgalicia.es
  • Curiosidad lingüística: “Peregrinos” son únicamente los que van a Santiago. Los que acuden a Roma se refieren como “Romeros” y los que se acercan a Jerusalén como “Palmeros”.

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