Desde Santiago de Chile .- El gobierno chileno se encuentra en una seria encrucijada, ante la incómoda realidad que padece frente a sus vecinos limítrofes: Perú, Bolivia y Argentina. Con todos ellos Chile enfrenta agudos conflictos.
La imagen de “buen alumno” que se ha empeñado en divulgar el Presidente Sebastián Piñera —apoyado por una coalición de centro-derecha, conformada por políticos-empresarios—, dando a conocer estadísticas y una danza de cifras que enaltecen su gestión (aunque con precario porcentaje de reconocimiento popular interno), a la postre no le han reportado los resultados que él ha pretendido.
A esa ficticia imagen de “buen alumno”, se contrapone la de “mal compañero”, precisamente por la errónea política internacional que Piñera ha sustentado en los últimos años. Y, no hay que escarbar mucho para advertir esta incómoda situación que Piñera se ciega a vislumbrar. Vamos por partes…
Con Perú, Chile mantiene un antiguo litigio por espacios marítimos en la zona fronteriza, el cual se sustenta en la actualidad en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya. Tras los recientes alegatos donde representantes de ambas naciones expusieron sus puntos de vista, se espera ahora la decisión final de la CIJ que dirimirá, a mediados del 2013, cuál de los dos países tiene razón en este antiguo diferendo limítrofe marítimo.
Con respecto a Bolivia —país con el cual no existen vínculos diplomáticos, sólo a nivel consular—, la relación en estos momentos pasa por una tensa calma, particularmente por la detención de tres soldados bolivianos capturados en territorio chileno portando armas de guerra, en el sector fronterizo de Arica – Parinacota. Tal incidente pudo haberse zanjado de inmediato con la expulsión inmediata de los tres uniformados bolivianos, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, en lugar de meterlos a prisión y someterlos a la justicia ordinaria. En sus explicaciones los tres jóvenes uniformados han declarado haber penetrado a territorio chileno persiguiendo a una pandilla de narcotraficantes.
Este incidente coincidió, precisamente, con la arremetida internacional que ha impulsado el Presidente de Bolivia, Evo Morales, incluso con declaraciones en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), reclamando el derecho a una salida al mar para Bolivia.
La única respuesta oficial del gobierno chileno ha sido que “este tema es bilateral”; o que “debe ser tratado por la vía del diálogo”. No obstante, funcionarios bolivianos aducen que el mismo argumento se viene sosteniendo hace años, “sólo para entretenernos y dilatar enfrentar de una vez el tema de manera definitiva”.
El cónsul de Chile en La Paz, Jorge Canelas, ha verificado masivas e intensas manifestaciones de hasta cuatro mil personas, debiendo solicitar resguardo policial extra para aquietar la acción de los manifestantes. Hasta ahora, tales acciones no han pasado a mayores… Pero, todo parece indicar que los bolivianos comienzan a cansarse por el tema y acusan ser tramitados una y otra vez. Evo Morales, en tanto, mantiene la decisión de no quitar el dedo del renglón, apoyado en este tema particularmente por países de la región como Venezuela y Ecuador.
No obstante, el gobierno de Perú tiene mucho que decir también en este conflicto fronterizo marítimo, ante lo cual el Mandatario peruano, Ollanta Humala, ha decidido por ahora mantenerse al margen, tal vez en espera de las resoluciones de La Haya. No obstante esta actitud lejana, deberá llegar el histórico momento en que los tres países se sienten a la mesa de conversaciones para dirimir el antiguo litigio fronterizo que enfrentan.
La solución, en todo caso, no parece fácil. De optar por un corredor fronterizo para Bolivia, con soberanía marítima, cambiaría los contextos geopolíticos actuales de las líneas limítrofes, ante lo cual Perú ya ha manifestado que no desea perder su intercambio fronterizo con Chile, particularmente por el flujo turístico y comercial que existe en esta integración geográfica chileno-peruana.
El reciente ofrecimiento de Evo Morales de intercambiar gas por soberanía marítima, fue desechado tajantemente por Piñera, aduciendo no estar dispuesto a dividir el territorio chileno en la Región de Antofagasta, ofreciendo un corredor con salida al mar y con soberanía.
Vuelvo a insistir: tanto el gobierno de Bolivia como el de Chile deben invitar a Perú, para encontrar una solución conjunta. Este litigio fronterizo no es bilateral, sino trilateral. ¿Es tan difícil entender esto?
Con relación a Argentina, el gobierno chileno no tiene tampoco una vía expedita, pues el régimen de Cristina Fernández de Kirchner no ha evidenciado ninguna simpatía por Piñera, afianzando en cambio sus relaciones con los países del ALBA, comandados particularmente por Venezuela y Ecuador.
Así, pese a la danza de cifras con las cuales el gobierno de Sebastián Piñera pretende conmover a la opinión pública internacional, nadie desconoce que ha gobernado para el sector empresarial —con resultados de lucro inimaginables—, haciendo aún más palpable la brecha entre ricos y pobres; un país donde el 80 por ciento de la población sobrevive con salarios mínimos; en tanto, el sector empresarial que conforma el 20 por ciento restante, usufructúa de un lucro indiscriminado, como ha quedado en evidencia en la dramática realidad de ciertas universidades privadas. Allí no importa determinar si el alumno aprende o no sus materias; sólo les preocupa en tanto sean “clientes” que generen ingresos al establecimiento.
A fines de este año 2013 habrá una nueva elección presidencial, proceso que sin duda cambiará el espectro político actual. No obstante, Chile ya se ganó el mote de ser “un buen alumno, pero un mal compañero”.