Indígenas inmigrantes sufren una doble discriminación

Araceli César

Araceli César

 

“Giving kids clothes and food is one thing but it’s much more important to teach them that other people besides themselves are important, and that the best thing they can do with their lives is to use them in the service of other people”.

Dolores Huerta

 

“Yo no me avergüenzo por hablar zapoteco. Entender otra lengua es una gran ventaja”, comenta Manuel de Jesús Morales Bautista, originario de Santa María Jaltianguis, Oaxaca. Sin embargo, cuando le pido que me comparta algunas de las anécdotas que le ha tocado vivir o ver en sus 30 años de residencia en Estados Unidos, su semblante cambia y su mirada se pierde. Pareciera que a través de su profundo respirar intenta fortalecer su voz –que por un momento se quiebra– para prepararse y compartir conmigo algunas de las muchas  dificultades que enfrentan los indígenas que ha conocido y que como él han venido a este país para que su familia pueda comer todos los días.

“Muchos de los indígenas que emigran son monolingües. Esto ocasiona que les dé miedo hablar por pena y vergüenza a ser juzgados; no quieren considerarse diferentes, indios, ni sentirse menos. Sufren abusos por parte no solo de los americanos, sino también de los propios hispanos. Lo que ocasiona que su autoestima sea baja porque sienten que están solos”, afirma Jesús.

Más de dos millones de indígenas mexicanos viven en Estados Unidos, según cálculos de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI). Vienen a esta nación en busca de “una mejor vida”, dejando atrás raíces, cultura y familia. Pero no tienen oportunidad de elegir si les gustarán las condiciones de su nueva vida que, por desgracia, en la mayoría de los casos no son las esperadas.

Antesala y llegada a Estados Unidos

Antes de cruzar la frontera comienza para los inmigrantes el recuento de los daños. En su intento, a veces fallido, por pasar a Estados Unidos son víctimas de violaciones a sus derechos humanos. Están expuestos a un sin fin de abusos como secuestros, engaños, robos, abusos sexuales, etc. Por desgracia, en infinidad de ocasiones los mismos “coyotes” son los que se encargan de ejecutar directa o indirectamente estos maltratos.

Los que logran cruzar la frontera llegan a un mundo nuevo, un lugar completamente diferente a su pueblo. Me pregunto si será como un renacer o más bien la entrada al purgatorio.

El llegar a un país obliga a uno a tener no solamente que convivir con gente con una formación diferente a la nuestra, sino además se deben asumir  sistemas y reglas dictadas por esta nación. Por ello los inmigrantes indígenas, una vez establecidos en Estados Unidos, dejan en un segundo plano su cultura, sus costumbres, tradiciones, su comunidad y su familia, propiciando que poco a poco su identidad y pertenencia social se disipen.

Por si fuera poco este duro reto de la adaptación, al que deben enfrentarse, también habrán de aceptar que llegan a un país que se olvidó de ser una nación con libertad y justicia para todos, como lo afirma “The American Legion”. Un país en el que desde 1848, después de la derrota de México ante Estados Unidos, “los americanos percibieron con horror la posibilidad de adoptar y dar casa a una raza mestiza extranjera, los mexicanos”, como lo explica Gregory Rodríguez, autor del libro Mongrels, Bastards, Orphans, and Vagabonds.

La barrera del idioma

Cualquiera de los que somos inmigrantes en este país podemos comprender –en cierta medida– los problemas que estas personas enfrentan a su llegada, ya que se tiene que pasar por un proceso de adaptación largo para poder comprender la cultura estadounidense, y en  definitiva el idioma es un elemento indispensable para que esta difícil etapa sea más manejable.

Siento escalofrío solo de pensar e imaginar el sinnúmero de situaciones que enfrentan nuestros paisanos por ser monolingües. Empezando por la barrera de comunicación para expresar sus necesidades básicas, la discriminación de la que son víctimas por hablar diferente, los abusos que se cometen contra ellos en el ámbito laboral y la impotencia al ver sus derechos pisoteados sin que alguien los defienda.

Desafortunadamente, la barrera del idioma y el desconocimiento de las leyes y los sistemas con que funciona Estados Unidos han llevado en muchas ocasiones a prisión a gente que ha sido procesada injustamente, y otros incluso han perdido la vida.

Doble discriminación y abusos

Los inmigrantes indígenas sufren una doble discriminación en este país. Esa es una dura realidad. Primero por ser hispanos y segundo por ser indígenas. Su condición de indocumentados los hace depender de otros para permanecer en el país y por desgracia esa dependencia es una invitación abierta al abuso, al maltrato y a la discriminación.

Han tenido que soportar injusticias no solo de los estadounidenses, sino de sus propios paisanos hispanos, quienes aprovechándose de su situación de dependencia total (por falta del dominio del español y/o inglés) les roban –pretendiendo hacerles favores–  por una “comisión” muy alta (en ocasiones les cobran el triple de lo que les costaría comprar un bien, si pudieran adquirirlo por ellos mismos).

Jesús Morales Bautista ha sabido de casos en los que los patrones les pagan lo que quieren, no les dan de comer, y si hacen algo que no es de su agrado los amenazan con denunciarlos ante las autoridades para que sean deportados. También la activista Dolores Huerta ha denunciado, en varias ocasiones,  que los campesinos son explotados, no les pagan y no tienen baños limpios.

Diversos casos de abuso rebasan los límites de la violencia. “Hace algunos años cuando vivía en Bridgeton, New Jersey, dos hombres zapotecos fueron asesinados por unos negros. Los negros los esperaban (a los indígenas inmigrantes) afuera de una tienda para agredirlos verbalmente y en ocasiones físicamente, además les robaban el dinero que llevaban consigo”, añade Jesús.

La salud

Cuando se trata de una enfermedad, el diagnóstico que los médicos dan se basa en gran parte en los síntomas que el paciente expone. Es por ello que la necesidad de contar con un intérprete que le ayude al indígena a explicar su malestar es básica, pues sin él no podrían comunicarse.

Angelina Trujillo, originaria de Ixpantepec Nieves, Oaxaca, profesora de mixteco en SDSU y además intérprete de corte, opina que “un buen intérprete debe pasar por un entrenamiento para tener la capacidad de interpretar sin omitir absolutamente nada de lo que se hable en ese cuarto. Ya sea del hospital, de servicios sociales o de cualquier lugar donde se esté brindando un servicio”.

En teoría, por ley todas las clínicas de salud deben ser capaces de ofrecer a los pacientes el servicio en su idioma natal, a través del uso de intérpretes. La realidad es diferente, ya que no todos los centros de salud cuentan con alguien capacitado. Esto por falta de presupuesto y  también por la poca oferta de intérpretes que hay en el país.

Es irónico pensar que habiendo una necesidad tan evidente de intérpretes de lenguas indígenas y contando con una gran población de inmigrantes de diferentes regiones de México, no se pueda visualizar un programa nacional de formación y entrenamiento de gente capacitada y especializada en diferentes áreas. Lo cual, por cierto, ayudaría indirectamente a la creación de empleos.

La justicia legal

“Desafortunadamente nos enseñaron (en referencia a los indígenas) que los que saben todo son los blancos y nosotros aprendimos a aceptarlo y hasta aceptar la culpa de situaciones ajenas”, comenta la intérprete Angelina Trujillo.

La profesora Trujillo ha sido testigo de casos muy desafortunados en la corte, en los que la gente indígena es juzgada injustamente. “Los abogados que llevan sus casos no los entienden ni están interesados”, añade.

Para ayudarlos “no basta hablar dos o más idiomas para ser intérprete. Tampoco es suficiente haber recibido un entrenamiento formal por parte de alguna institución. La interpretación es un trabajo complejo, sobre todo cuando se trata de interpretar en una corte, más si se trata de un caso delicado donde cada palabra tiene que ser interpretada correctamente porque está en juego la libertad o detención con multas para el acusado”, explica la intérprete Trujillo.

Existen iniciativas por parte de algunas instituciones que ofrecen diversos programas de beneficio para los indígenas inmigrantes en áreas de educación y salud, así como un programa de formación y entrenamiento de intérpretes.

Entre otras están el Centro Binacional para el Desarrollo Indígena Oaxaqueño (CBDIO), Radio Bilingüe, Familia Indígena Unida, National Network for Immigrant and Refugee Rights, Frente Indígena de Organizaciones Binacionales, Indigenous Farmworkers,  Frente Indígena Oaxaqueño Binacional (FIOB), Organización del Pueblo Oprimido y Explotado (OPEO), Organización Regional Oaxaqueña (ORO) y Red Internacional de Indígenas Oaxaqueños (RIO).

Sin embargo, sería necesario buscar un mayor apoyo del gobierno para lograr más alcance e impacto.

Prostitución y enfermedades venéreas

La prostitución y las enfermedades venéreas son dos temas que van ligados. La historia de las víctimas de ambos males en ocasiones inicia al cruzar la línea fronteriza. Ha habido casos de mujeres que además de ser violadas, antes de cruzar la frontera, se les dicta la sentencia de su nueva vida: tendrán que ser prostitutas al momento de cruzar y son amenazadas con denunciarlas a la policía para que sean deportadas o encarceladas si no aceptan su nuevo trabajo.

Bajo el mandato de su nuevo “jefe”, son alojadas en casas de citas y a algunas se les obliga a promover su servicio sexual en los campamentos o lugares en los que habitan los hombres inmigrantes. “En un condominio en el que vivían varios hombres del pueblo, localizado en Arcadia, California,  todas las semanas nos visitaba una de las jefas de una red de prostitución y nos decía: ‘Ahí traigo al ganado (refiriéndose a las prostitutas), traigo de a 10, 12, 20 y hasta 25 dólares’, dependiendo de lo buena que estén”, según testimonio de una víctima.

Desafortunadamente estas prácticas conllevan un precio más alto: las enfermedades venéreas. Estas son transmitidas a los hombres con los que tienen contacto sexual y por desgracia en ocasiones llegan a contagiar también a las esposas en México.

“El cuerpo tiene necesidades. Si no tienes a tu esposa, pues necesitas… tú sabes…, y cuando regresas al pueblo, tienes que atender a tu mujer y luego la contagias.  Al ‘Cholo’ le dio gonorrea y a Federico sida (refiriéndose a dos de sus conocidos)”,  explica Jesús Morales.

Conclusión

Los inmigrantes indígenas mexicanos, nuestros paisanos, son gente trabajadora, que todos los días contribuyen a la economía de este país, trabajando de sol a sol, principalmente en el campo. Gracias a ellos, podemos gozar todos los días de frutas y verduras como parte de nuestros alimentos.

Hipócritamente el país se queja y les da la espalda a los inmigrantes indocumentados, cuando la economía continúa en recesión. En estos tiempos difíciles, la nación les dice que vienen a robarse los empleos de los estadounidenses, esos trabajos pesados que nadie quiere hacer, porque la gente prefiere trabajar en una tienda de autoservicio o un Starbucks, que ensuciarse sus manos y soportar las condiciones tan penosas que se viven en el campo.

Estados Unidos ha tendido desde antaño una clara demanda de trabajo agrícola y México siempre ha contado con la oferta. Es por ello que en lugar de reclamar, deberían darles un trato especial, cordial y de agradecimiento ¡en las buenas y en las malas!, y no solo en los tiempos buenos, como en la época del “programa bracero”.

Me queda claro por qué gente como las hermanas de Valentina Torres, primera mujer indígena mixteca en terminar la universidad en San Diego State University y fundadora de la organización La Familia Indígena Unida; los padres de Daysi Marlene Bautista, indígenas originarios del pueblo Xalitla, localizado en Guerrero y en donde se habla náhuatl; Rosario Morales, hermana de Jesús Morales Bautista, y muchos más decidieron no aprender la lengua indígena: quizá en algún momento se preguntaron ¿para qué continuar pasando de generación en generación el sufrimiento, la segregación y la discriminación de que han sido víctimas a causa del idioma?

A todos aquellos que han cometido cualquier tipo de abusos en contra de un indígena inmigrante les hace falta tener tolerancia, compasión, empatía, ser justos y tentarse el corazón. Como dice el dicho: “Todos estamos cortados por la misma tijera y confeccionados con la misma tela”.

Todos tenemos las mismas necesidades como seres humanos, no importa la nacionalidad, la religión, el color de piel, el idioma. Es sabio el pensamiento del escritor Gabriel García Márquez, quien afirma que “un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo cuando ha de ayudarle a levantarse”.

Comments

comments

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *